De una manera u otra, todos podemos
relacionarnos con el Salmo 86:1, donde David expresa: «… pobre soy y
necesitado». Aun las personas más ricas deberían entender que la pobreza y la
necesidad tienen que ver más con el espíritu que con la billetera. Cuando el
multimillonario Rich DeVos les habla a grupos de personas, suele decir: «Soy
sólo un pecador salvado por gracia».
El Salmo 86 nos enseña que la ayuda que Dios
provee no se mide por el saldo en un resumen de contabilidad. Cuando
reconocemos que somos pobres y necesitados, no lo hacemos para que el Señor
derrame abundantes riquezas materiales sobre nosotros, sino para dar lugar a
otros tesoros más valiosos.
Esto es lo que Dios hace a favor de los pobres
y los necesitados: Guardará nuestra vida y salvará a todos los que confían en
Él (v. 2); será misericordioso y estará dispuesto a perdonar (vv. 3, 5); y
escuchará y responderá todas nuestras plegarias (vv. 6-7).
Pero no debemos recibir todas las bendiciones
del Señor sin dar nada a cambio. Tenemos la responsabilidad de aprender cuáles
son Sus caminos, andar en Su verdad, alabarlo, y temer y glorificar Su nombre
(vv. 11-12).
¿Te consideras uno de los pobres y necesitados? Si es así, bienvenido al grupo. No nos olvidemos de todas las bendiciones espirituales que el Señor tiene para nosotros ni de la respuesta piadosa que deberíamos tener ante Su generosidad.
El hombre más pobre es aquel cuya única riqueza es el dinero. (RBC)