Hace poco, estaba
padeciendo un terrible resfriado y perdí el apetito. Podía pasar todo el día
casi sin comer. Me bastaba con beber agua, pero sabía que no podría sobrevivir
mucho tiempo así. Tenía que recuperar el apetito porque mi cuerpo necesitaba
alimentarse.
Cuando los israelitas
volvieron del exilio en Babilonia, su apetito espiritual estaba debilitado, ya
que se habían alejado de Dios y sus caminos. Para que la gente recuperara la
salud espiritual, Nehemías organizó un seminario bíblico, y Esdras fue el
maestro.
Esdras leyó del libro
de la ley de Moisés desde el amanecer hasta el mediodía, para alimentar al
pueblo con la verdad de Dios (Nehemías 8:3), y todos escucharon atentamente. Es
más, su apetito por la Palabra de Dios se despertó de tal manera que los jefes
de familia, los sacerdotes y los levitas se reunieron al día siguiente con
Esdras para estudiar la ley de manera más detallada, porque querían entenderla
mejor (v. 13).
Cuando nos sentimos separados de Dios o espiritualmente débiles, podemos hallar alimento espiritual en su Palabra. «Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación» (1 Pedro 2:2). Pídele al Señor que renueve tu deseo de tener comunión con Él, y empieza a alimentar tu corazón, alma y mente en su Palabra.
Al alimentarnos de la Palabra de Dios, nos mantenemos fuertes y saludables. (RBC)