A algunos niños les encanta hacer alarde de sus
padres. Si escuchas a escondidas las conversaciones en el vecindario, oirás:
«¡Mi papá es más grande que el tuyo!», o ¡mi papá es más inteligente que el
tuyo!». Pero la mejor ostentación de todas es: «¡Mi papá es más fuerte que el
tuyo!». Por lo general, esto aparece en un contexto de advertencia para que los
que amenazan se cuiden, ya que el papá de uno puede aparecer y hacerlos
pedazos, ¡incluso a los papás de los otros!
Creer que el padre de uno es el más fuerte de
la cuadra genera muchísima confianza frente al peligro. Por eso, me encanta
saber que Dios, nuestro Padre, es todopoderoso. Esto significa que nadie puede
igualarlo en fortaleza y poder. Mejor aun, quiere decir que tú y yo
«[habitamos] al abrigo del Altísimo» (Salmo 91:1). Con razón el salmista puede
decirnos con confianza: «No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de
día» (v. 5).
Al margen de lo que pueda suceder hoy o de la dificultad que estés atravesando, no olvides que Dios es más fuerte que cualquier problema que enfrentes. Así que, ¡ten confianza! La sombra de su presencia invencible garantiza que su poder puede transformar incluso la peor situación en algo bueno.
Dios es más grande que nuestro mayor problema. (RBC)