En un estudio realizado por investigadores en
la Universidad de Minnesota, se descubrió que casi el quince por ciento de los
jóvenes estadounidenses pensaba que era «sumamente posible» que murieran antes
de cumplir 35 años. Los que tenían esta perspectiva pesimista era más probable
que se involucraran en actividades temerarias. La Dra. Iris Borowsky, autora
del estudio publicado en la revista Pediatrics [Pediatría], dijo: «Estos
jóvenes arriesgan la vida porque sienten que no tienen esperanza y suponen que
no hay nada que perder».
Nadie es inmune a sentirse desesperanzado.
Los Salmos expresan constantes ruegos pidiendo ayuda cuando la vida parece
oscura. «¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en
Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío» (Salmo 42:5). En un
desafiante paso de fe, el salmista se insta a no olvidarse del Señor, el cual
nunca lo abandonará.
Curtis Almquist escribió: «La esperanza se
alimenta de la presencia de Dios […]. También se abastece con el futuro que el
Señor tiene preparado para nuestra vida».
Ningún seguidor de Cristo debería negarse a
buscar consejo para combatir la depresión ni sentir que la fe y la oración son
soluciones demasiado simples. ¡En Dios, siempre hay esperanza!
La esperanza es
sinónimo de certeza, porque se fundamenta en Dios. (RBC)