Alfred Nobel hizo una fortuna tras
haber inventado la dinamita, la cual cambió la modalidad de las guerras. Quizá
por los horrores que los enfrentamientos bélicos provocaron al usar su invento,
incluyó una cláusula en su testamento respecto a otorgar un premio anual a
aquellos que trabajaran para promover la paz. En la actualidad, se denomina
Premio Nobel de la Paz.
Dios promovió la paz en el mundo a
través de su Hijo Jesucristo. Cuando Él nació, el mensaje claro e inconfundible
de los ángeles a los pastores fue: «… en la tierra paz, buena voluntad para con
los hombres» (Lucas 2:14).
La definición bíblica de la paz es, en
primer lugar, paz con Dios (Romanos 5:1). El pecado nos hace sus enemigos (v.
10), pero la venida de Jesús a esta Tierra y su muerte en la cruz aplacaron la
ira divina. Ahora podemos reconciliarnos con Él. Al haber solucionado el
problema de nuestra relación con Dios, Cristo nos capacita para que superemos
las barreras que se interponen entre nosotros y los demás.
Otra clase de paz es tener la paz de
Dios (Filipenses 4:7). No hay necesidad de estar ansiosos por nada, ya que se
nos dice que podemos poner delante del Señor todas nuestras peticiones.
Después de haber traído la paz a este
mundo, Jesucristo está ahora sentado a la diestra del Padre (Hebreos 12:2). Hoy
podemos tener paz con Dios y la paz de Dios.
«La verdadera paz no es la ausencia de guerra, sino la presencia de Dios». —Loveless (RBC)