Carlyle Marney era
vecino, pastor y amigo de su familia. Una de sus apreciaciones sobre estar
satisfecho se convirtió en una de las frases inolvidables de ellos:
«Necesitamos ajustar nuestros deseos».
Es tan fácil querer
más de lo que necesitamos y concentrarnos primeramente en recibir en lugar de
dar. Poco después, nuestros deseos dictan nuestras acciones.
Cuando el apóstol
Pablo les escribió a los seguidores de Jesús en la ciudad de Filipos, declaró:
«… he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. […] en todo y
por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así
para tener abundancia como para padecer necesidad» (Filipenses 4:11-12). En
realidad, estaba diciendo: «Me ajustaron mis “deseos”». Es importante señalar
que Pablo no nació satisfecho, sino que aprendió a estarlo en las difíciles
circunstancias cotidianas.
Durante esta época
del año, cuando hacer compras suele ocupar el centro de la escena en muchos
países y culturas, ¿por qué no decidimos enfocarnos en estar satisfechos con
nuestra situación actual? Puede parecer difícil, pero Pablo, al hablar sobre
aprender a estar contento, afirmó: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece»
(v. 13).
La satisfacción empieza cuando deseamos menos. (RBC)
La satisfacción empieza cuando deseamos menos. (RBC)