El rey Salomón hizo otra clase de búsqueda que no pudo satisfacerlo (Eclesiastés 2:1). Ya en los primeros once versículos del capítulo 2, menciona que fue tras la alegría, la risa, el vino, la sabiduría, las casas, los jardines, el dinero, las posesiones y la música. Sin embargo, su conclusión fue que «todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol» (2:11). Esas búsquedas era inútiles, «vanidad de vanidades» (1:2). Con sabiduría, concluyó diciendo: «Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre» (12:13).
¿Estás persiguiendo algunas de las mismas cosas que buscó Salomón? Es una persecución inútil. Lo beneficioso y lo satisfactorio sólo procede de conocer y de obedecer a Dios.
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Sólo Dios puede llenar un corazón vacío.(RBC)