Dejando de lado el chiste, es importante tener una perspectiva correcta. Desgraciadamente, los creyentes de Laodicea tenían un concepto equivocado de la riqueza (Apocalipsis 3:14-22). A simple vista, eran ricos: tenían abundantes bienes terrenales y pensaban que no necesitaban nada; ni siquiera al Señor. Pero Jesús tenía una visión diferente. A pesar de su prosperidad material, Él veía que cada uno de ellos era «desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo» (v. 17). Por eso, los invitó a volverse verdaderamente ricos al buscar lo que solo Él podía proveer: pureza, identidad, rectitud y sabiduría.
No cometamos el error de los laodicenses, sino mantengamos una perspectiva apropiada de qué significa ser rico: La riqueza verdadera no se mide por lo que tienes, sino por quién eres en Diós.
La persona más pobre es aquella cuya única riqueza es el dinero.(RBC)