El artista James Hubbell dice: «Los
errores son regalos». Cada vez que trabaja en un proyecto y algo sale mal, no
empieza de nuevo, sino que busca una manera de usar el error para hacer otra
cosa mejor. Nadie puede evitar equivocarse, y todos tenemos maneras válidas
para lidiar con las falencias. Podemos tratar de esconderlas, de corregirlas o
de disculparnos por ellas.
A veces, hacemos lo mismo con nuestro
pecado. Pero Dios no nos descarta y empieza de nuevo, sino que nos redime y nos
convierte en algo mejor.
El apóstol Pedro tendía a hacer y decir
lo que le parecía mejor en el momento. Se lo ha denominado un «impetuoso metedor
de pata». Después del arresto de Jesús, Pedro, por temor, ¡declaró tres veces
que no lo conocía! Sin embargo, más tarde, sobre la base de las tres
declaraciones de amor de Pedro, Jesús convirtió su humillante negación en una
oportunidad maravillosa de restauración (Juan 21). A pesar de los errores de
Pedro en el pasado, el Señor lo reincorporó al ministerio con estas palabras:
«Apacienta mis ovejas» (v. 17).
Si has cometido una «metida de pata»
tan grande que parece irreversible, lo más importante es que ames a Jesús, ya
que, si lo amas, Él puede convertir las falencias más graves en excelencias
asombrosas.