En Isaías 46, el profeta nos esboza un
cuadro del sitio de Babilonia y de la evacuación de sus ídolos. Los carros y
los transportes crujen al llevarlos, y los animales cansados gimen por tanto
peso (v. 1).
En contraposición a eso, Isaías dice
que Dios lleva a Sus hijos desde que nacen (v. 3). «Y hasta la vejez yo mismo,
y hasta las canas os soportaré yo…», declara Él (v. 4). En el texto hebreo, el
contraste es preciso y vívido: Las bestias que tiran de los carros soportan la
pesada «carga» de los ídolos (v. 1), pero nosotros somos «llevados» por Dios
(v. 3). Los ídolos son una carga, algo que se acarrea (v. 1), mientras que
Dios, con alegría, nos ha llevado desde la matriz (v. 3).
El Señor nos hizo (v. 4). Nada podría
ser más reconfortante, ya que nuestro Padre ama a Sus hijos y los cuida. Él
promete: «… os soportaré yo…», y esto incluye todas las preocupaciones y las
angustias que se nos presentan en el transcurso de la vida.
Así que, podemos dejar que el Señor nos
lleve y que se ocupe de todas nuestras cargas. Esta canción de Annie Johnson
Flint nos desafía a experimentar la protección de Dios: «Si nuestros recursos
se han agotado, y fuerzas nos faltan para continuar, si al punto ya estamos de
desanimarnos, la hora ha llegado en que Dios obrará».