George Matheson, famoso por el himno
Amor que no me dejarás, también escribió otra canción titulada Bendiciones
ignoradas, en la que mira atrás al «camino recorrido». Al hacerlo, podía ver
que su Padre celestial lo había guiado durante todo el trayecto.
Dios tiene un itinerario para cada uno
de nosotros, una «carrera» que debemos correr (ver Hechos 20:24 y 2 Timoteo
4:7). Nuestra ruta ha sido establecida en los concilios celestiales y está
arraigada en los propósitos soberanos de Dios.
Sin embargo, nuestras elecciones son
importantes. Todos los días tomamos decisiones, pequeñas y grandes, algunas de
las cuales tienen consecuencias que transforman la vida. La pregunta
(independientemente del desconcertante misterio de la soberanía de Dios y el
albedrío humano) es esta: ¿Cómo podemos discernir la carrera que tenemos que
correr?
Ahora que soy más viejo y tengo más
cosas del pasado en las cuales reflexionar, la respuesta me resulta también más
clara. Al mirar atrás, veo que Dios me ha guiado todo el camino. Puedo decir
con confianza: «… Dios que ha sido mi pastor toda mi vida hasta este día»
(Génesis 48:15 lbla). Aunque el presente está rodeado de nubes y no sé qué
traerá aparejado el futuro, tengo la certeza de que el Pastor me mostrará el camino.
Mi tarea es seguirlo a Él con amor y obediencia, y confiarle cada paso del
trayecto.