Todavía me asombra que podamos
lanzar sondas al espacio interplanetario. Sin embargo, pienso qué desperdicio
sería si, camino a Marte, esa sonda quedara atrapada bajo la fuerza
gravitacional de un objeto menor e insignificante. ¡Cuidado! Esto podría estar
sucediendo en nuestra vida.
Cuando Jesús llamó a Sus discípulos
para que lo siguieran, Su intención era que comenzaran una travesía en la cual
lo buscaran con pasión. Los seguidores de Cristo han sido lanzados a una
trayectoria cuyo objetivo es acercarse cada vez más a Él. No obstante, en el
proceso, solemos distraernos y sucumbir ante el poder de atracción de cosas
seductoras, aunque menos importantes. Cuando pasa esto, dejamos de ir en busca
del Señor y comenzamos a dar vueltas alrededor de objetivos que, al final,
están vacíos y no satisfacen.
El Salmo 63 es la cura para las
vidas atrapadas en órbitas sin sentido. David buscó a Dios porque sabía que
sólo Él podía satisfacer sus profundos anhelos. Dijo: «Mejor es tu misericordia
que la vida» (v. 3). El gozo de la presencia del Señor llenaba cada instante de
su vida; por eso, agregaba: «Cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite
en ti en las vigilias de la noche» (v. 6). David sabía que el gozo y el
propósito verdadero no proceden de admirar a Dios desde lejos, sino de buscarlo
con dedicación.
¡Retomemos el curso y procuremos
andar cada vez más cerca del Señor!