Hace poco, durante una consulta con el
oculista, el médico sacó un instrumento que yo nunca había visto. Le pregunté
qué era, y contestó: «Voy a usarlo para fotografiar la parte interior del fondo
del ojo».
Me maravilló que alguien hubiera inventado una
cámara que pudiera hacer eso. Pero más me asombró que esa foto le indicara algo
al doctor. Dijo: «Con solo mirar el fondo de tu ojo, podemos obtener muchos
detalles de tu estado de salud actual».
Ese comentario me dejó pasmado. Es notable que
la salud general de una persona pueda evaluarse al revisar el ojo. ¡Qué
cuidadoso ha sido Dios al colocar estos detalles en el cuerpo de sus criaturas!
Esto trae a mi mente las palabras del salmista David al deleitarse en la
creatividad del Señor: «Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus
obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien» (Salmo 139:14).
La enorme complejidad de nuestro cuerpo refleja el ingenio y la sabiduría de nuestro gran Creador. La maravilla del diseño divino nos deja más que estupefactos… ¡nos da innumerables razones para adorar a Dios!
Dios creó todas las cosas y les ha puesto su autógrafo. (RBC)