“Un
día, encontré a mi hijo completamente tenso intentando levantar sobre su cabeza
una barra con un par de pesas de casi dos kilogramos… una hazaña ambiciosa para
un niño pequeño. Solo la había separado unos centímetros del suelo, pero su
mirada mostraba que estaba decidido a hacerlo y su cara estaba roja por el
esfuerzo. Entonces, me ofrecí para ayudarlo y, juntos, logramos levantar el
peso hacia el techo. El levantamiento de pesas que era tan difícil para él, fue
fácil para mi”. ( J. B.S. – escritora americana).
Jesús tiene esta misma perspectiva respecto a
las cosas que nos resultan difíciles de manejar. Cuando la vida parece una
sucesión de catástrofes, al Señor no lo perturba una pequeña colisión con el
automóvil, un dolor de muelas ni una discusión acalorada. ¡Ni aunque todo esto
suceda el mismo día! Él puede encargarse de todo y, por esta razón, dijo:
«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados…» (Mateo 11:28).
¿Estás agotado por los incesantes problemas?
¿Te sientes aplastado por el estrés y las preocupaciones? Jesús es la única
solución verdadera. Acercarnos al Señor en oración nos permite echar sobre Él
nuestras cargas para que nos sostenga (Salmo 55:22). Pídele hoy que te ayude con
todas tus cosas. Al ayudarte a llevar la carga, puede darte el descanso que tu
alma necesita, porque Su yugo es fácil y Su carga es liviana (Mateo 11:29-30).
La oración es el
lugar donde las cargas cambian de hombro. (RBC)