Rogelio se quedó sin trabajo porque la empresa redujo el personal.
Durante meses, se presentó en diversos lugares, oró, les pidió a otros que
oraran y confío en Dios. No obstante, los sentimientos de él y de su esposa,
Julia, fluctuaban. Veían que el Señor les proveía de maneras inesperadas y
experimentaban Su gracia, pero, a veces, se preocupaban porque pensaban que
nunca encontraría otro trabajo. Esperaron durante 15 largos meses.
Al cabo de un tiempo, Rogelio tuvo tres entrevistas en una empresa y,
una semana después, lo llamaron y le dijeron: «¿Alguna vez oyó el dicho: “A
veces, las nubes tienen un revestimiento de plata”? Bueno, ¡consiguió
trabajo!». Más tarde, Julia me dijo: «No cambiaríamos esa dura experiencia por
nada. Hizo que nos acercáramos más el uno al otro y al Señor». Los amigos que
habían orado se alegraron y le dieron gracias a Dios.
Pablo quería que la iglesia de Corinto viera que la gracia del Señor
estaba obrando en su vida, para que «la acción de gracias [sobreabundara] para
gloria de Dios» (2 Corintios 4:15). Sus pruebas eran tan severas que estaba
atribulado en todo, en apuros, perseguido y derribado (vv. 8-9). Sin embargo,
instaba a la gente a no desanimarse con los problemas (v. 16), sino a confiar
en el Señor. Durante nuestras dificultades, podemos acercarnos más a Dios y a
los demás, tal como les sucedió a Rogelio y a Julia, y el Señor será alabado
por Su gracia.