Cuando era niño, tenía un héroe: Pete Maravich,
un jugador de baloncesto, con un alto porcentaje de anotación, que era un mago
para manejar el balón.
El problema fue que mi deseo de ser como Pistol
Pete impidió que estuviera contento con lo que Dios quería que yo fuera y para
lo que me había creado. Cuando me di cuenta de que nunca podría jugar como
Pete, me desilusioné. Incluso abandoné por un tiempo el equipo de la
universidad porque no podía alcanzar el nivel de juego de Maravich.
Los jóvenes todavía siguen haciendo esta clase
de cosas. No están contentos con lo que Dios planeó para sus vidas porque se
comparan con sus héroes «perfectos».
El cantante Jonny Diaz admitió esto y escribió
una canción llamada Más bella que tú, que empieza diciendo: «Muchachita de
catorce años mirando una revista; dice que quiere lucir así». Algunas
jovencitas desean parecerse a la estrella de Disney Selena Gomez o a otra
figura, como yo quería parecerme a Maravich. Diaz canta: «Nunca habrá nadie más
bella que tú; no compres esas mentiras […]; fuiste hecha con un propósito que
solo tú puedes concretar». Él está diciendo lo que otro escritor de canciones
expresaba, inspirado por Dios, hace miles de años: «¡Te alabo porque soy una
creación admirable!» (Salmo 139:14 NVI).
Dios nos hizo como Él quiere que seamos. Créelo. Nunca habrá nadie más sublime que tú.