Mi amiga y yo nos íbamos de viaje, y ella parecía
estar un poco tensa. Cuando llegamos al aeropuerto, había olvidado tener a mano
su identificación y tampoco encontraba el número de confirmación de la reserva.
El empleado esperó pacientemente, sonrió y después la ayudó con la máquina para
«autoservicio» de registro de equipaje. Después de recibir el comprobante, ella
preguntó: «¿Adónde vamos ahora?». El empleado volvió a sonreír, me señaló a mí
y le dijo: «Quédese cerca de su amigo».
Este puede ser un buen consejo para todos
nosotros cuando la vida se complica: quedarnos cerca de nuestros amigos. Aunque
Jesús es nuestro mejor amigo, también necesitamos permanecer en contacto con
otros creyentes para que nos ayuden a sobrevivir en este mundo.
En su primera epístola, Pedro les escribía a
creyentes que se necesitaban mutuamente porque estaban sufriendo por su fe. En
unas breves frases, en el capítulo 4, mencionó la necesidad de recibir y de dar
«ferviente amor», oraciones y hospitalidad (vv. 7-9). También incluyó la
necesidad de que los creyentes usaran sus dones espirituales para el servicio
unos a otros (v. 10). En otros pasajes, se nos insta a consolarnos mutuamente
con el consuelo que Dios nos ha dado (2 Corintios 1:3-4) y a edificarnos en
amor (1 Tesalonicenses 5:11).
Quedarnos cerca de amigos creyentes nos ayudará a permanecer cerca de Dios.
Cuando la vida se dificulta y nos irritamos, quedarnos cerca de nuestros amigos nos ayudará a salir adelante. (RBC)