¿Sabes qué salmo se cita con más frecuencia en
el Nuevo Testamento? Quizá pensaste que es el conocido y amado Salmo 23, pero
en realidad, es el 22. Comienza con las palabras patéticas y conmovedoras que
expresó Jesús en la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»
(Mateo 27:46; Marcos 15:34).
Imagina en qué condición tiene que haber estado
David para clamar a Dios de esta manera. Observa que se sentía abandonado y
olvidado: «¿Por qué estás tan lejos cuando gimo por ayuda?» (Salmo 22:1 ntv).
También se sentía ignorado: «Dios mío, clamo de día, y no respondes» (v. 2).
¿Te resulta conocido? ¿Alguna vez levantaste
los ojos al cielo y te preguntaste por qué parecía que Dios te había abandonado
o ignorado? Bienvenido al mundo de David. No obstante, por cada lastimero
clamor del monarca israelita, se menciona una característica de Dios que lo
rescata de su abatimiento. A través de todo eso, David descubre que el Señor es
santo (v. 3), confiable (vv. 4-5), su libertador y salvador (vv. 8, 20-21), y
su fuerza (v. 19).
¿Te sientes desamparado? Busca al Señor, repasa sus atributos… y «se alegrará [tu] corazón con gozo eterno» (v. 26 ntv).
Aunque no sintamos la presencia de Dios, su cuidado amoroso nos rodea. (RBC)