La novela de Sinclair Lewis, Calle
mayor, narra la historia de Carol, una sofisticada mujer urbana que se casa con
un médico rural. Ella se siente superior a los demás en su nuevo entorno
pueblerino, pero la reacción de su esposo ante una crisis médica desafía su
esnobismo. Un granjero inmigrante se lastima terriblemente el brazo y tienen
que amputárselo. Carol observa con admiración mientras su esposo les expresa
palabras consoladoras al hombre herido y a su consternada esposa. La actitud
servicial y cálida de su marido desafía su mentalidad orgullosa.
En todas nuestras relaciones
interpersonales, podemos, como seguidores de Cristo, decidir considerarnos
superiores o servir humildemente para satisfacer las necesidades de los demás.
El apóstol Pablo nos dice: «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes
bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;
no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los
otros» (Filipenses 2:3-4).
Podemos aprender a considerar más
importantes las necesidades de los demás que las nuestras cuando centramos
nuestra mirada en el ejemplo de Cristo. Él tomó «forma de siervo» y se entregó
por nosotros (vv. 5-8). Cuando no valoramos a los demás, el sacrificio del
Señor nos muestra el camino mejor, el de la humildad.
El gozo llega al poner el bienestar de los demás sobre el propio. (RBC)