A menudo, queremos conocer la voluntad
de Dios; en especial, cuando atravesamos alguna dificultad. Nos preguntamos:
¿Qué me sucederá? ¿Debo quedarme o Dios quiere que vaya a algún otro lado? La
única manera de saberlo con seguridad es hacer lo que te pide que hagas en este
momento (tus obligaciones actuales) y esperar que te revele cuál es el próximo
paso.
A medida que obedezcas lo que ya sabes,
cobrarás fuerzas para seguir avanzando. Paso a paso, uno detrás del otro. Así
aprendemos a caminar con Dios.
Pero tú dices: «Supongamos que doy el
primer paso. ¿Y después qué?». Eso es asunto de Dios. Tu tarea y la mía es
obedecer hoy y dejar el futuro en sus manos. El salmista afirma que «por el
Señor son ordenados» nuestros pasos (37:23). Lo único que necesitamos hoy es su
guía para esta jornada. Las instrucciones para mañana no sirven absolutamente
de nada. George MacDonald declaró: «No entendemos la página siguiente del
manual de Dios; solo vemos la que tenemos adelante ahora. Tampoco se nos
permitirá dar vuelta la hoja hasta que hayamos aprendido su lección».
Si nos preocupamos por conocer la
voluntad de Dios y obedecer diariamente sus instrucciones y advertencias, y si
andamos por fe y recorremos el sendero de la obediencia, descubriremos que Él
nos guiará durante todo el día. Como señaló Jesús: «Basta a cada día su
propio mal» (Mateo 6:34).
Bienaventurado el que descubre por dónde va Dios y lo sigue. (RBC)