Mi madre es una gran compradora. Cuando
compra alimentos, lee todas las etiquetas y se fija en el precio por unidad
para determinar cuál conviene adquirir. Pero su mejor costumbre es mirar la
fecha de «vencimiento». Ella no toma el primer envase de leche que ve, sino que
se lleva el que tiene la fecha más tardía, de modo que pueda traer a casa la
más fresca del supermercado.
En cierto modo, nuestra vida está
marcada con una fecha de «vencimiento», excepto que nadie sabe exactamente
cuándo se nos parará el corazón ni cuando respiraremos por última vez en este
planeta. Ante esta realidad, ¿no deberíamos esforzarnos un poquito más por
capturar los momentos que se nos han brindado? Capturar el momento significa
que haremos cosas como amar más profundamente, perdonar con más rapidez,
escuchar más atentamente y hablar de manera más positiva.
Pablo nos da este buen consejo: «Mirad,
pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando
bien el tiempo, porque los días son malos» (Efesios 5:15-16). También nos
instruye, diciendo: «… andad como hijos de luz […], comprobando lo que es
agradable al Señor» (vv. 8-10).
Como ninguno de nosotros sabe cuál es
su fecha de «vencimiento», ¡debemos aprovechar las oportunidades de iluminar
hoy nuestro mundo con el amor de Cristo!