Es
común oír proverbios chinos, y, a menudo, estos surgen de alguna historia. Por
ejemplo: «estirar las plantitas para que crezcan más rápido» alude a un hombre
impaciente de la Dinastía Song, quien estaba ansioso por ver que sus plantas de
arroz crecieran más rápido. Este hombre pensó: Voy a estirar cada planta
algunos centímetros hacia arriba. Después de un día de trabajo tedioso,
recorrió el arrozal para ver qué había pasado. Estaba contento porque parecía
que «estaban más altas»… pero la alegría le duró poco. Al día siguiente, las
plantas habían empezado a marchitarse porque sus raíces ya no tenían suficiente
profundidad.
En 2
Timoteo 2:6, Pablo compara la obra de un ministro del evangelio con la de un
agricultor. Le escribió a Timoteo que, como en la agricultura, hacer discípulos
puede ser una labor difícil e incesante. Aras, siembras, esperas, oras. Deseas
ver pronto los frutos de tu trabajo, pero el crecimiento lleva tiempo. Y, como
lo ilustra acertadamente el proverbio chino, cualquier esfuerzo para acelerar el
proceso será inútil. William Hendriksen declara: «Si Timoteo […] se esfuerza al
máximo para llevar a cabo la tarea espiritual que Dios le ha encomendado, […]
verá en la vida de los demás […] el principio de ese fruto glorioso que se
menciona en Gálatas 5:22-23».
Mientras trabajamos fielmente, esperamos con paciencia en el Señor, quien hace que las cosas crezcan (1 Corintios 3:7).