«Que
todo ocurra según tu voluntad» es un saludo frecuente durante el año nuevo
chino. Por más maravilloso que suene, las cosas salen mejor cuando se aplica la
voluntad de Dios y no la nuestra.
Si
hubiese podido elegir, José no habría querido ser esclavo en Egipto (Génesis
39:1). Sin embargo, a pesar de su cautiverio, fue «próspero» porque «el Señor
estaba con José» (v. 2). Dios incluso bendijo la casa de su amo «a causa de
[él]» (v. 5).
Tampoco
hubiese querido ir preso, pero así sucedió cuando lo acusaron falsamente de
acoso sexual. No obstante, leemos por segunda vez: «el Señor estaba con José»
(v. 21). Allí se ganó la confianza del guardia (v. 22), ya que «lo que él
hacía, el Señor lo prosperaba» (v. 23). Su espiral descendente hacia la cárcel
se convirtió en el comienzo de su ascenso a la posición más elevada en Egipto.
Pocas personas escogerían ser ascendidas del modo que el Señor lo hizo con
José. Pero Dios bendice a pesar de las circunstancias adversas e, incluso, a
través de ellas.
El Señor tenía un propósito al llevar a José a Egipto, y también lo tiene al colocarnos en el lugar donde estamos. En vez de desear que todas las cosas sucedan según nuestra voluntad, podríamos decir, como lo hizo nuestro Salvador antes de ir a la cruz: «no sea como yo quiero, sino como tú» (Mateo 26:39).
A menudo, esperar con paciencia es la mejor manera de hacer la voluntad de Dios. (RBC)