Siempre he pensado que uno puede ver
mejor la mano de Dios en el espejo retrovisor. Al mirar atrás, es más fácil
entender por qué nos puso en la casa donde estamos, colocó ciertas personas y
circunstancias en nuestra vida, permitió que sufriéramos y que tuviéramos
dificultades, nos llevó a distintos lugares y nos dio diferentes trabajos y
profesiones.
En cuanto a mi vida, muchas cosas se
aclaran (aunque no con perfección; sobre los caminos sabios y amorosos del
Señor cuando reflexiono sobre cómo ha dirigido Él mi travesía con «las obras de
[Sus] manos» (Salmo 92:4). Como al salmista, me da alegría y despierta una nota
de alabanza en mi corazón ver cuán a menudo y con qué fidelidad Dios me ha
ayudado y dirigido, y controlado las consecuencias (Salmo 111).
Sin embargo, al mirar el futuro, no
siempre es tan claro. ¿Alguna vez tuviste ese sentimiento de incertidumbre
cuando el camino por delante parece sinuoso, nublado y aterrador? Antes de
comenzar el nuevo año, detente y mira por el espejo retrovisor el año que ha
pasado, y con gozo, date cuenta de que Dios hablaba en serio cuando dijo: «No
te desampararé, ni te dejaré». Entonces, podemos decir con determinación: «El
Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre» (Hebreos 13:5-6).
Recordando la promesa de la presencia y
la ayuda de Dios, puedes comenzar el 2020 con suma confianza.
“La guía de Dios en el pasado nos da confianza para el futuro”. (RBC)