Esta escena es una buena ilustración
del pecado. La Biblia habla de esto en Romanos 3:23, donde Pablo declaró: «Por
cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios». Mediante el esfuerzo
personal, nadie es capaz de cruzar el abismo que nos separa de Dios. Pero
Cristo cumplió a la perfección las normas divinas y, después, dio su vida en la
cruz para pagar por nuestras faltas y transgresiones. Donde nuestro mejor
esfuerzo no alcanzaba, la obra de amor de Cristo logró todo lo que
necesitábamos.
La cruz de Cristo salva la distancia que nunca podríamos franquear solos. (RBC)