El
Túnel del Canal de la Mancha se inauguró el 6 de mayo de 1994, casi dos siglos
después de que Albert Mathieu, un ingeniero de Napoleón, lo propusiera por
primera vez. En la actualidad, este paso subacuático de unos 50 kilómetros de
largo permite que miles de personas, automóviles y camiones viajen en tren
todos los días entre Inglaterra y Francia. Durante cientos de años, la gente
navegó por ese canal, hasta que se terminó esta novedosa manera de atravesarlo.
Dios
también planeó una ruta inesperada para su pueblo, de la cual leemos en Éxodo
14:10-22. Frente a la muerte segura, fuera a manos del ejército de Faraón o
ahogándose, los israelitas estaban al borde del pánico. Pero Dios abrió el Mar
Rojo y ellos lo atravesaron por el lecho seco. Años después, el salmista Asaf
utilizó este acontecimiento como una evidencia del gran poder de Dios: «En el
mar fue tu camino, y tus sendas en las muchas aguas; y tus pisadas no fueron
conocidas. Condujiste a tu pueblo como ovejas por mano de Moisés y de Aarón»
(Salmo 77:19-20).
Dios puede crear caminos donde nosotros solo vemos obstáculos. Cuando el sendero que está por delante parece incierto, es bueno recordar lo que Dios hizo en el pasado. Él se especializa en abrir sendas en cualquier circunstancia; pasos que nos muestran su amor y poder.