A
veces, cuando enfrentamos momentos difíciles, tal vez contraemos amnesia
espiritual y nos olvidamos de la gracia de Dios. Pero una buena manera de
recuperar un corazón agradecido es apartar un tiempo en el cual no haya
distracciones, recordar de manera intencional cómo nos proveyó el Señor en el
pasado y dar gracias.
Cuando
los hijos de Israel se encontraron en un desierto caluroso y árido,
experimentaron una pérdida de memoria en cuanto a la gracia de Dios. Empezaron
a desear volver a Egipto y disfrutar de todos sus alimentos (Éxodo 16:2-3); y
después, se quejaron porque no tenían agua (17:2). Habían olvidado los actos
milagrosos que había hecho el Señor para liberarlos y las riquezas que les
había provisto en abundancia (12:36). Estaban encerrados en las circunstancias
del momento y no recordaban la gracia con que Dios les había suplido en el
pasado.
El
salmista nos desafía: «Dad gracias al señor, porque Él es bueno; porque para
siempre es su misericordia» (Salmo 118:1 lbla). La palabra misericordia alude a
un «amor inalterable», y se refiere a la fidelidad de Dios. Él prometió estar
siempre presente para ocuparse de sus hijos.
Al recordar situaciones específicas en las que el Señor nos proveyó en el pasado, podemos mejorar nuestra perspectiva. ¡El amor inalterable de Dios permanece para siempre!