En su
premiado libro titulado Longitud, Dava Sobel describe un dilema que enfrentaban
los antiguos marineros. Podían determinar la latitud norte o sur en que se
encontraban por la duración de la luz del día o la altura del sol. Pero
calcular la longitud este u oeste seguía siendo un tema complejo, hasta que el
relojero John Harrison inventó el cronómetro marino. Era «un reloj que podía
mantener la hora correcta desde el puerto de salida […] hasta cualquier rincón
del mundo», mediante lo cual permitía que los marineros supieran en qué
longitud estaban.
Mientras
navegamos por los mares de la vida, nosotros también tenemos una guía
espiritual confiable: la Biblia. El salmista escribió: «¡Oh, cuánto amo yo tu
ley! Todo el día es ella mi meditación» (Salmo 119:97). No estaba hablando de
echar un vistazo ocasional a la Palabra de Dios, sino de reflexionar en las
instrucciones del Señor todos los días: «… tus testimonios son mi meditación»
(v. 99). Esto iba acompañado de un compromiso a obedecer al Autor: «Juré y
ratifiqué que guardaré tus justos juicios» (v. 106).
Como los marineros de antaño, hoy necesitamos una guía constante para ayudarnos a encontrar nuestro camino y mantener el curso. Esto es lo que sucede cuando buscamos al Señor todos los días con un corazón abierto y un espíritu dispuesto que declara: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino» (v. 105).
Con Dios como piloto, vas en la dirección correcta. (RBC)