En un viaje reciente, un auxiliar de vuelo me
preguntó si volaba con mucha frecuencia. Cuando le contesté que sí, dijo: «¿No
ha observado que la gente en las aeronaves están volviéndose cada vez más
agresiva últimamente?». Tuve que confesar que estaba de acuerdo. Entonces,
empezamos a hablar de cuáles podrían ser las causas; cosas como las crecientes
medidas de seguridad aeroportuarias, los costos elevados, la disminución en los
servicios y una insatisfacción generalizada con respecto a los viajes. Para
confirmar que lo que decíamos era cierto, ¡nuestra conversación se vio
interrumpida por un pasajero que no quería sentarse en el lugar que le habían
asignado, porque le gustaba más el de otro!
Cuando los seguidores de Cristo se enfrentan
con enojos y agresividades, pueden ser pacificadores. Pablo le escribió a la
iglesia de Roma planteándole este desafío: «Si es posible, en cuanto dependa de
vosotros, estad en paz con todos los hombres» (Romanos 12:18). ¿Qué significa
esto? Por un lado, que debemos controlar lo que está a nuestro alcance. No
podemos controlar las actitudes de los demás, pero sí nuestras reacciones.
Cuando nos vemos rodeados de ira y de
actitudes hostiles, podemos exhibir el corazón del Príncipe de paz al responder
de una manera bondadosa y pacífica. De este modo, demostraremos la actitud de
nuestro Salvador en un mundo de creciente agresividad.
El mundo necesita una
paz que supere todo malentendido. (RBC)