Un día, llevé una réplica del sistema solar a mi casa. Para instalarlo, tenía que colgar
cada planeta del techo. Después de estirarme e inclinarme varias veces, me
sentía débil y cansada. Algunas horas después, oí un «plinc» cuando Júpiter se
cayó al piso.
Más tarde, esa misma noche, pensaba en cómo
se había roto esa endeble réplica y en que, al mismo tiempo, Jesús sustenta el
verdadero universo. «Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él
subsisten» (Colosenses 1:17). El Señor sostiene en orden nuestro mundo al
mantener las leyes naturales que gobiernan nuestra galaxia. Nuestro Creador
también sustenta «todas las cosas con la palabra de su poder» (Hebreos 1:3).
¡Jesús es tan poderoso que mantiene el universo en su lugar simplemente porque
manda que así sea!
Por más asombroso que esto parezca,
Jesucristo es más que un cuidador cósmico, ya que también nos sostiene a
nosotros. «… él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas» (Hechos
17:25). Aunque a veces nos provee de manera distinta a la que esperamos,
nuestro Salvador nos mantiene en actividad ya sea que estemos desanimados, que
nos haga falta dinero o que padezcamos de una enfermedad.
Hasta el día en que nos llame al hogar
eterno, podemos confiar en que Aquel que impide que Júpiter se caiga es el
mismo que también nos sostiene a nosotros.
El Dios que sustenta
el universo me sostiene. (RBC)