¿Vives muy ocupado? Los plazos de
entrega comerciales, las cuotas de productividad, y el transportar a los hijos
a actividades educacionales y deportivas pueden indudablemente llenar tu
agenda. Es fácil pensar: Si no tuviera tantas responsabilidades, podría andar
en una comunión vital con Dios.
Sin embargo, C. S. Lewis señala con
sabiduría que nadie estaba más ocupado que Cristo. «Nuestro ejemplo es el Jesús
[…] del taller, los caminos, las multitudes, las demandas clamorosas y la
oposición avinagrada, la falta total de paz y de privacidad, las
interrupciones. Por eso, […] es la vida divina operando en condiciones
humanas».
Acerca de Jesús en Capernaum, leemos:
«Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que
tenían enfermedades, y a los endemoniados; y toda la ciudad se agolpó a la
puerta. Y sanó a muchos…» (Marcos 1:32-34). Al día siguiente, Cristo buscó un
lugar solitario para orar. Allí recibió dirección de Su Padre para continuar
con un ministerio exigente en otro lugar. Nuestro Señor estaba en comunión con
Su Padre y dependía del Espíritu para que obrara a través de Él.
¿Tienes una agenda exigente? Sigue el
ejemplo de Jesús y aparta un tiempo especial para orar. Luego, depende del
poder de Dios para que te ayude a cumplir con las exigencias de cada día.