Cuando enseñaba en una escuela bíblica
en una ciudad muy grande, a veces corregía las tareas de los alumnos en un
patio de comidas, mientras aguardaba el tren para ir a casa. Un día, golpeé
accidentalmente mi taza de café, y todo el contenido cayó dentro de mi
portafolio.
En la mayoría de las grandes ciudades,
donde están las personas que viajan diariamente a sus trabajos, hay un lugar
reservado y tranquilo. Sin embargo, el ruido del café al caer fue tan tremendo
que no pasó desapercibido. Entonces, un hombre que estaba sentado cerca, dijo
bien alto: «¡Peor imposible!».
Desde luego, ese comentario fue
exagerado. Sin embargo, todos le tememos a algún tema en particular: la
decadencia económica, la muerte de un hijo o de un cónyuge, el cáncer o
cualquier otra pérdida o dificultad.
El libro de Job es un ejemplo de peor
imposible. No obstante, Job evaluó sabiamente la función de Dios en medio de
las pruebas relacionadas con pérdidas y una salud quebrantada: «Mas él conoce
mi camino; me probará, y saldré como oro» (Job 23:10). Esta sabia declaración
nos enseña dos lecciones importantes: (1) Aquello que tememos que suceda puede
ser usado para probar nuestro carácter y para fortalecernos; y (2) Dios
proveerá la fortaleza y el consuelo necesarios para que salgamos adelante.
Aférrate a Dios. Él prometió obrar a tu
favor, aun cuando todo se torne peor imposible.
Dios puede quitarnos el temor a la vida. (RBC)