En noviembre del 2009, la seguridad de
la Casa Blanca fue asombrosamente burlada cuando una pareja ingresó
descaradamente en una recepción de estado… e incluso se acercó al presidente de
los Estados Unidos lo suficiente como para fotografiarse a poca distancia de
él. Por lo general, extensas verificaciones de antecedentes y un escrutinio
minucioso de la lista de invitados descartan a quienes no han sido autorizados.
Rara vez pasamos un día en que nuestro
acceso a algo no se restrinja de algún modo. Los carteles nos advierten:
exclusivo para empleados; no entrar; prohibido pasar; sólo vehículos
autorizados. A nadie le gusta que le digan que no es bienvenido, pero lo cierto
es que siempre habrá lugares donde nos prohibirán acceder. Estoy agradecido de
que Dios no restrinja quién puede acercarse a Él.
Los que acuden al Señor no encuentran
carteles de «Prohibido pasar». Mediante la oración, Dios el Padre nos permite
acceder inmediata y libremente a Él porque Su Hijo Jesucristo ha abierto el
camino para todos los que le reciben (Efesios 2:18). «Venid a mí todos los que
estáis trabajados y cargados» (Mateo 11:28). «… al que a mí viene, no le echo
fuera» (Juan 6:37). «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba» (7:37).
En cuanto crees en Cristo como
Salvador, puedes disfrutar de una comunión ilimitada. La puerta está siempre
abierta.
Los hijos de Dios siempre tienen acceso a Su trono. (RBC)