Un escritor del periódico The
Washington Post hizo un experimento para evaluar la percepción de la gente. Le
pidió a un violinista famoso que interpretara de incógnito en una estación de
trenes de esa ciudad una mañana de enero. Miles de personas pasaron a su lado
mientras tocaba, pero apenas unos pocos se pararon para escuchar. Después de 45
minutos, habían dejado solo 32 dólares en el estuche abierto del violín del
artista. Dos días antes, este hombre llamado Joshua Bell había usado el mismo
Stradivarius de tres millones y medio de dólares en un concierto donde la gente
había pagado 100 dólares para oírlo interpretar, con todas las entradas
vendidas.
Que una persona no sea reconocida por
su grandeza no es nada nuevo. A Jesús le sucedió. Juan dijo: «En el mundo
estaba, […] pero el mundo no le conoció» (Juan 1:10). ¿Por qué el pueblo que
estaba esperando al Mesías recibió tan mal a Jesús? Una razón es que se
sorprendieron. Tal como la gente de hoy no espera que un músico famoso toque en
una estación de trenes, en aquella época no esperaban que el Mesías naciera en
un establo. También pensaban que iba a ser un rey político, no el líder de un
reino espiritual.
La gente del siglo i no percibió el
propósito de Dios al enviar a Jesús a este mundo. Él vino para perdonar los
pecados de los seres humanos (Juan 1:29). Recibe el sorprendente regalo de la
salvación que Dios te ofrece hoy.
Dios irrumpió en la historia humana para ofrecernos el regalo de la vida eterna. (RBC)