¿Alguna vez estuviste atascado en un
aeropuerto? ¿Durante 24 horas? ¿En una ciudad donde no podías hablar el idioma
local? ¿A unos 6.500 kilómetros de tu casa?
Hace poco, a un amigo mío le pasó esto,
y podemos aprender de su forma de reaccionar. Aunque la mayoría de nosotros lo
consideraría un inconveniente insoportable, mi amigo John vio la mano de Dios
en el retraso. Mientras esperaba, buscó oportunidades para conversar con otros
pasajeros. «Casualmente», se encontró con otros creyentes procedentes de la
India y, al hablar con ellos, oyó sobre el ministerio en que trabajaban. En
realidad, como la tarea de sus nuevos amigos coincidía con lo que le interesaba
a él, lo invitaron a ir a su país para participar de un proyecto a corto plazo.
¿Cuántas veces experimentamos retrasos,
cambios de planes y de destinos y los consideramos inconvenientes? ¿Será acaso
que Dios está desviándonos para hacer algo diferente o nuevo en Su nombre?
Observa el viaje de Pablo a Filipos en Hechos 16. Él había ido a Macedonia
porque el Señor lo había guiado mediante una visión (vv. 9-10). ¿Cómo podía
saber que terminaría preso allí? Sin embargo, incluso ese viaje hacia la cárcel
estuvo guiado por Dios, ya que utilizó al apóstol para que el carcelero y su
familia fueran salvos (vv. 25-34).
El Señor puede utilizar los
inconvenientes de nuestra vida si nosotros los consideramos designios divinos.