Uno de
mis lugares favoritos en Jamaica es Ocho Ríos, donde están las Cascadas del Río
Dunn: un espectáculo que no deja de asombrarme. El agua cae por una serie de
rocas, camino al Mar Caribe. Los aventureros pueden trepar por las cascadas,
abriéndose paso por las piedras redondeadas, en una energizante travesía hasta
la cima. La corriente, la superficie potencialmente resbaladiza y las profundas
hendiduras hacen que la marcha sea lenta y un poco peligrosa.
Para
llegar hasta la cima, es necesario prestar atención a cada paso. Si una persona
no tiene cuidado, podría caerse. Las claves para un ascenso exitoso son la
concentración y la precaución.
No
puedo pensar en otra imagen mejor de lo que Pablo expresa en Efesios 5:15:
«Mirad, pues, con diligencia cómo andéis». Debemos «[tener] cuidado de
[nuestra] manera de vivir» (nvi). Sin duda, con todos los posibles peligros que
se cruzan en nuestro camino mientras andamos por la vida, es vital que demos
cada paso con Jesús de manera sabia y cuidadosa. El texto afirma que el necio
vive descuidado, mientras que la persona sabia presta atención a cada paso para
no tropezar o caerse.
Pablo declara que nuestro objetivo de ser «imitadores de Dios» (v. 1) se logra cuando andamos cuidadosamente en amor (vv. 2, 15). Con la guía del Espíritu Santo, podemos andar de modo que honremos a Dios.
Si permitimos que Dios nos gobierne el corazón, nuestros pies podrán andar en sus caminos. (RBC)