Hace poco, estaban
por operar a un amigo mío. Dos discos intervertebrales y un tendón de Aquiles
cortado le producían muchísimo dolor. Después de decirle que iba a orar por él,
se me ocurrió la idea de mandarle algo por escrito para alentarlo aún más.
Entonces, le envié el siguiente mensaje por correo electrónico:
«Hoy
oré por ti de este modo: “Dios viviente, te doy gracias por tu control soberano
de los acontecimientos de la vida. A favor de tu querido siervo, te pido que le
des una profunda paz. Te ruego por los doctores para que apliquen eficazmente
sus capacidades médicas y para que les concedas resultados excelentes. Que tu
mano sanadora toque su cuerpo y lo recupere para que vuelva a servirte en
plenitud. En el nombre de Jesús. Amén”».
El
apóstol Pablo escribió varias oraciones para alentar a otros creyentes
(Filipenses 1:9-11; Colosenses 1:9-12; 2 Tesalonicenses 1:11-12). A los
efesios, les dijo: «No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de
vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el
Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento
de él» (1:16-17).
¿Tienes
amigos o parientes que necesitan tus oraciones de ánimo en este momento? Además
de decirles que estás orando por ellos, trata de mandarles también una oración
por escrito.
Orar por otros es un
privilegio… y una responsabilidad. (RBC)