Al haber jugado fútbol en torneos
intercolegiales, nunca perdí mi amor por «el juego bonito». En especial, me
encanta ver la Premier League inglesa. Una de las razones es la destreza y la
velocidad con que allí se juega. Además, me apasiona cómo cantan los
aficionados para respaldar a sus amados «bandos». Por ejemplo, durante años, el
equipo de Liverpool ha tenido como lema You’ll Never Walk Alone [Nunca
caminarás solo]. ¡Qué emocionante que es oír a 50.000 personas que se unen para
cantar la letra de esa antigua canción! Tanto para los jugadores como para los
aficionados, es estimulante ver que seguirán juntos hasta el fin. ¿Caminar
solos? Nunca.
Este sentimiento es importante para
todos. Como todos hemos sido hechos para vivir en comunidad, el aislamiento y
la soledad están entre las experiencias más dolorosas del ser humano. En tiempo
de angustia, nuestra fe es vital.
El hijo de Dios nunca necesita temerle
al abandono. Aunque la gente se nos vuelva en contra, los amigos nos dejen o
las circunstancias nos separen de los seres queridos, nunca estamos solos. Dios
dijo: «No te desampararé, ni te dejaré…» (Hebreos 13:5). Estas frases no son
solo una agradable melodía ni palabras ingeniosas que ofrecen un sentimiento vacío,
sino la promesa de Dios mismo para los que son el objeto de Su amor. Él está
presente… y no se va a ir.