2. El sufrimiento nos ayuda a
experimentar nuestra dependencia de Dios e interdependencia con otras personas.
3. El sufrimiento nos ayuda a
distinguir entre las necesidades y los lujos.
4. El sufrimiento nos ayuda a responder
al llamado del evangelio, porque podemos desesperarnos tanto que clamamos a
Dios.
Los pobres, los hambrientos, los que lloran y los que sufren son bendecidos (Mateo 5:3-6) porque diariamente perciben su falta de autosuficiencia. Deben recurrir a alguien que los fortalezca. Las personas ricas, exitosas y hermosas quizá vivan toda su vida dependiendo de sus talentos naturales; sin embargo, es más probable que los necesitados, los dependientes y los insatisfechos reciban el regalo del amor de Dios.
«Bienaventurados los pobres en espíritu». ¿Por qué? Porque «de ellos es el reino de los cielos» (Mateo 5:3).
Cuanto más débiles nos sentimos, tanto más nos apoyamos en Dios. (RBC)