Un eslogan que suele oírse en la
actualidad en este mundo económicamente inestable es «menos y menos». Se insta
a los gobiernos a equilibrar sus presupuestos, y a la gente se le pide que
disminuya el uso de energía eléctrica y de los limitados recursos. Todos
deberíamos prestar atención a este buen consejo. Sin embargo, en la esfera de
la fe, el amor, la gracia y la fortaleza no escasean. Por eso, como seguidores
de Cristo, se nos exhorta a demostrar su amor cada vez más.
En la primera carta a los creyentes de
Tesalónica, Pablo los insta a abundar «más y más» en las cualidades que le
agradan a Dios, en el amor mutuo y en el fraternal (4:1, 10).
Esta clase de amor expansivo solo se
logra porque proviene de los recursos ilimitados de Dios, no de un suministro que
disminuye. La poetisa Annie Johnson Flint escribió:
“Su amor no termina, su gracia no
acaba;Un límite no hay al poder de Jesús. Pues de sus inmensas riquezas en
gloria, abundan sus dones, abunda su amor.”
El apóstol Pablo expresó lo que deseaba
para los creyentes: «Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con
otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros» (1
Tesalonicenses 3:12).
¿Cuánto debemos amar a Dios y a los
demás? ¡Más y más!