Las palabras gracia y paz se encuentran
en todos los saludos de Pablo en sus cartas del Nuevo Testamento a las
iglesias. Además, en las epístolas a Timoteo y a Tito, también incluye la
misericordia: «Gracias, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo
nuestro Señor» (2 Timoteo 1:2). Examinemos cada uno de estos términos.
Gracia es lo que nuestro Dios santo
concede y que nosotros, por ser pecadores, no merecemos. Hechos 17:25 nos
enseña que «él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas». Sus
dádivas incluyen hasta nuestra próxima respiración. Aun en nuestra hora más
oscura, Dios nos da fuerzas para que podamos soportar.
Misericordia es lo que el Señor
retiene, pero que sí merecemos. Lamentaciones 3:22 dice: «Por la misericordia
de Jehová no hemos sido consumidos». Incluso cuando nos desviamos, Dios nos da
tiempo y nos ayuda a regresar a Él.
Paz es lo que Dios concede a Su pueblo.
Jesús dijo: «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la
da» (Juan 14:27). Aun en los peores momentos, tenemos tranquilidad interior
porque nuestro Dios tiene el control.
Podemos cobrar ánimo al saber que, a lo
largo de nuestra vida, el Señor nos dará la gracia, la misericordia y la paz
que necesitamos para vivir para Él.
La gracia de Dios es inconmensurable; Su misericordia, inagotable; Su paz, inenarrable. (RBC)