Cuando era niño, solíamos cantar una canción
que decía algo así: «¡Dios es bueno conmigo! ¡Dios es bueno conmigo! ¡Él toma
mi mano y me ayuda a levantarme! ¡Dios es bueno conmigo!».
Debo decir de inmediato que creo que Dios es
bueno y que se deleita en hacer cosas buenas por la gente. Sin duda, nos
sostiene de la mano en tiempos de dificultad y nos ayuda a levantarnos frente a
los ataques violentos de la vida. No obstante, me pregunto si alguna vez
dijiste: ¿Por qué es bueno? Con toda seguridad, no lo es porque lo merezcamos
ni porque Él crea que necesita comprar nuestro amor y lealtad con Sus
beneficios.
El salmista ora a Dios pidiéndole que lo
bendiga «para que sea conocido en la tierra [el] camino [del Señor], en todas
las naciones [Su] salvación» (Salmo 67:2). Las bendiciones cotidianas del Señor
son una prueba fehaciente de que Él es, en verdad, un Dios bueno, que se
interesa por los Suyos. Pero ¿cómo sabrá este mundo acerca de Dios si nunca lo
alabamos por Su bondad hacia nosotros? (v. 3).
Por lo tanto, la próxima vez que Dios te
bendiga, asegúrate de buscar formas de atribuir adecuadamente el reconocimiento
a Él. Aprovechar Sus bendiciones sin proclamar Su bondad no retribuye de manera
apropiada el propósito inherente de Sus dones de gracia en nuestra vida.
Dios es bueno: Asegúrate de que las personas que te rodean sepan lo que Él ha hecho en tu vida. (RBC)