¿Alguna vez se te rompió el corazón?
¿Cuál fue la causa? ¿Crueldad, fracaso, infidelidad, pérdida? Quizá te
escurriste en la oscuridad para llorar.
Es bueno llorar. «Las lágrimas son la
única cura para el llanto», dijo el predicador escocés George MacDonald. Llorar
un poco le hace bien a la persona.
No obstante, las lágrimas y nuestra
necesidad de consuelo vuelven con demasiada frecuencia en esta vida. El
consuelo presente no es la respuesta final. Hay un día futuro cuando ya no
habrá muerte, ni tristeza ni llanto, porque todas estas cosas «pasaron»
(Apocalipsis 21:4). Allí, en el cielo, Dios enjugará toda lágrima. Nuestro
Señor nos ama tanto y Su amor es tan profundo y personal, que Él mismo será
quien seque las lágrimas de nuestros ojos.
Recuerda, «bienaventurados los que
lloran, porque ellos recibirán consolación» (Mateo 5:4).
Dios se preocupa por nuestras angustias y las comparte. (RBC)