
Como la clorofila es una sustancia inestable y los rayos brillantes del sol hacen que se descomponga de inmediato, las plantas deben sintetizarla y regenerarla continuamente. No obstante, los días más cortos y las noches frescas del otoño interfieren en este proceso. A medida que la clorofila se degrada, el color verde de las hojas comienza a disminuir. Algunos árboles se visten de amarillo intenso por esa degradación. En otros casos, la acción del azúcar en las hojas genera un pigmento rojo que hace que se vuelvan marrones, púrpura y rojo brillante, a medida que disminuye la clorofila.
Pero ¿por qué existe el color? Al parecer, no tiene ningún propósito práctico, o al menos, ningún científico ha podido determinarlo con precisión. ¿Y por qué tenemos células fotosensibles en los ojos que nos permiten ver los colores?
Yo creo firmemente que la bondad de Dios es el tema de Su creación. «Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras» (Salmo 145:9). Él coloreó el mundo para que disfrutemos como los niños. El Señor es así… ya lo sabes.

La gloria de Dios brilla a través de Su creación.