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En muchos aspectos, la vida cristiana es como un viaje, y el creyente necesita ayuda para navegar por los mares peligrosos de la vida. Disponemos de esta ayuda porque Dios nos dio Su Palabra, que actúa como un «rutero espiritual». A menudo, al reflexionar sobre un pasaje significativo, recordamos la fidelidad del Señor en medio de circunstancias difíciles. Como señala el salmista, los peligros no solo se hallan en las experiencias de la vida, sino también en nuestra tendencia interior al pecado. Ante esta doble preocupación, escribió: «Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseñoree de mí» (119:133).
Cuando reflexiones sobre las enseñanzas bíblicas, recordarás el cuidado de Dios en el pasado, reafirmarás tu experiencia de la guía del Señor en circunstancias adversas y se te advertirá de la peligrosidad del pecado. Esta es la ventaja de tener un «rutero espiritual»
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Con Dios como brújula, estás seguro de mantener el curso correcto.(RBC)
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