Este sentimiento es importante para todos. Como todos hemos sido hechos para vivir en comunidad, el aislamiento y la soledad están entre las experiencias más dolorosas del ser humano. En tiempo de angustia, nuestra fe es vital.
El hijo de Dios nunca necesita temerle al abandono. Aunque la gente se nos vuelva en contra, los amigos nos dejen o las circunstancias nos separen de los seres queridos, nunca estamos solos. Dios dijo: «No te desampararé, ni te dejaré…» (Hebreos 13:5). Estas frases no son solo una agradable melodía ni palabras ingeniosas que ofrecen un sentimiento vacío, sino la promesa de Dios mismo para los que son el objeto de Su amor. Él está presente… y no se va a ir.
Con Cristo, nunca caminarás solo.
La presencia de Dios con nosotros es uno de Sus presentes más grandiosos.(RBC)