Durante años, los científicos se han
preguntado cómo las hormigas de fuego o coloradas, cuyos cuerpos son más
pesados que el agua, pueden sobrevivir a inundaciones que deberían destruirlas.
¿Cómo hacen para que colonias enteras se conviertan en balsas salvavidas que pueden
flotar durante semanas? Un artículo del periódico Los Angeles Times explicaba
que ingenieros de la Universidad Tecnológica de Georgia descubrieron que unos
pequeños vellos del cuerpo de las hormigas atrapan burbujas de aire. Esto
permite que miles de insectos, «que luchan y se esfuerzan para mantenerse a
flote en el agua como las personas», aguanten la inundación cuando se mantienen
juntos.
El Nuevo Testamento suele hablar de nuestra
necesidad de mantenernos conectados con otros seguidores de Cristo, para
sobrevivir y crecer espiritualmente. En Efesios 4, Pablo escribió: «… ya no
seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina…». Y
agregó: «sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que
es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido
entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad
propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor»
(vv. 14-16).
Solos, nos hundimos,
pero aferrados y creciendo juntos en Dios, podemos soportar cualquier tormenta.
(RBC)