Los pavos reales machos son criaturas que
deslumbran con su plumaje verde azulado y sus largas colas rematadas en «ojos»
de matices dorados, rojos y azules. Son aves sorprendentemente hermosas, ¡pero
tienen las patas feas!
Para ser sincero, casi todos tenemos alguna
clase de limitación física. Tal vez sea algo que hemos aguantado toda la vida o
que adquirimos recientemente.
Pablo describió su deficiencia como un
«aguijón en la carne» que lo mantenía humilde (2 Corintios 12:7-9). Le pidió
tres veces a Dios que se lo quitara, quizá pensando que podría servirlo mejor
de ese modo, pero el Señor le aseguró: «Bástate mi gracia; porque mi poder se
perfecciona en la debilidad». El apóstol respondió: «Por tanto, de buena gana
me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de
Cristo».
Una de las ironías de la fe es que Dios suele
escogernos a nosotros para llevar a cabo sus tareas más importantes, a pesar de
nuestras imperfecciones y no por nuestra capacidad de oratoria, aspecto o
cualidades para dicha labor. El misionero Hudson Taylor dijo: «¡Dios estaba
buscando alguien lo suficientemente débil para utilizar y me encontró a mí [y a
ti]!». Cuando buscamos fortaleza en el Señor, Él puede usarnos de maneras que
jamás nos habríamos imaginado (v. 9).
La fortaleza de Dios se ve mejor en nuestra debilidad.
(RBC)