«Dadles vosotros de comer…» (Marcos 6:37). Es
fácil pasar por alto estas palabras de Jesús. Una inmensa multitud se había
reunido para oírlo. Al final del día, los discípulos se pusieron nerviosos y
empezaron a presionarlo para que los despidiera (v. 36). «Dadles vosotros de
comer…», respondió Jesús (v. 37).
¿Por qué dijo el Señor eso? Juan 6:6 explica
que los estaba probando. ¿Quería ver si confiaban en que Él haría un milagro?
Tal vez, pero parece más probable que deseaba que Sus discípulos se ocuparan
más del cuidado de la gente, que pusieran manos a la obra con Él y para Él.
Entonces, bendijo lo que le llevaron —cinco panes y dos peces— e hizo el
milagro de alimentar a 5.000 personas.
Creo que Jesús también utiliza estas palabras
con nosotros. Los que nos rodean tienen necesidades, y nosotros las ponemos
ante Dios en oración. El Señor suele decir: «Haz algo». Sin embargo, nosotros
objetamos: «Pero, Señor, no tengo suficiente tiempo, ni dinero ni energía». Por
supuesto que estamos equivocados. Cuando Jesucristo nos pide que nos
involucremos, ya sabe cómo llevará a cabo Su obra a través de nosotros.
Lo que necesitamos es fe y visión; la
capacidad de ver que Dios quiere que seamos Sus instrumentos y de que Él
suplirá lo que nos haga falta.
Cuando Dios dice que
hagamos algo, ya tiene los recursos necesarios para realizar la tarea. (RBC)