Las oraciones de los niños nos muestran lo
que piensan de Dios. Aquí aparecen dos ejemplos que leí recientemente en un
artículo: «Querido Dios, ¿qué significa que eres un Dios “celoso”? Pensé que
tenías de todo». «Creía que el anaranjado no combinaba con el violeta, hasta
que vi el atardecer que hiciste el martes. Estuvo buenísimo».
Estos niños tienen razón al pensar que Dios
es el dueño y el creador de todas las cosas, Aquel que puede pintar hermosos
atardeceres. Pero ¿cómo se autodescribe Él?
Justo antes de que Moisés guiara a los
israelitas al desierto, necesitó una respuesta a este interrogante. Quería que
el Señor le confirmara su dirección y su presencia; así que, le pidió que se le
revelara (Éxodo 33:13, 18). Para contestarle, Dios descendió en una nube y
declaró: «¡Señor! ¡Señor! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira,
y grande en misericordia y verdad; […] que de ningún modo tendrá por inocente
al malvado…» (34:5-7). Él es bueno y justo.
Nosotros también podemos conocer a este Dios
y estar seguros de su compañía. Él se ha revelado en su creación y en su
Palabra. Cuando le pidamos que se nos manifieste, ¡descubriremos que es más que
el dueño y el creador de todas las cosas!
En un mundo de
superlativos, Dios es lo más grandioso. (RBC)